Nuestro Programa de Formación

Nuestro programa se sustenta en 5 propósitos formativos. Los propósitos formativos apuntan a criterios generales que se han tenido en cuenta para la elaboración de la propuesta:

Los y las docentes están invitados al reconocimiento de niños, niñas y jóvenes como sujetos en la elaboración del curriculum. Freire (2004) es crítico de la lógica bancaria en donde las y los educadores “depositan” el conocimiento en los educandos, los cuales son representados como vasijas vacías. Contrario a esta idea, el autor nos ofrece el concepto de educación dialógica que supone no trabajar sobre el educando, sino con él, valorando su experiencia y sus saberes en la relación pedagógica.


La co-construcción busca integrar las prácticas culturales de lxs NNJ y sus familias en el diseño curricular, contribuyendo a fomentar la diversidad y la justicia curricular para proveer apoyos y tomar decisiones pedagógicas transformativas.

Una educación para la justicia social requiere mantenerse crítico como docente no sólo respecto de las injusticias que caracterizan a la sociedad sino también de los propios valores y creencias, a fin de permitir una reconstrucción de las mismas en miras de la justicia social. Así, interrumpir las prácticas y discursos educativos habituales para preguntarnos si estos tienen sentido desde la perspectiva de la justicia social nos ayuda a cuestionar la normalización de la exclusión y de las prácticas tradicionales (Kemmis, 2006) al interior de la escuela.

 

Mantenerse crítico permite que profesores y profesoras puedan reconocer y cuestionar sus valores, creencias y prácticas pedagógicas en torno a NNJ y comunidades marginalizadas, desde una perspectiva reflexiva.

La etnografía consiste en el estudio de las personas en entornos cotidianos, prestando especial atención a la cultura, es decir, cómo dan sentido a sus vidas. Para ello se observa y también se plantean preguntas y se usa cualquier dato disponible para comprender con profundidad la vida cotidiana. De esta forma se construye conocimiento en y desde el intento de explicitar y dar sentido a lo que las personas hacen, piensan y sienten.

 

Etnografiar permite observar, analizar, cuestionar y comprender las experiencias y prácticas propias de los niños, niñas y jóvenes, sus familias y comunidades.

La literatura internacional señala la reflexividad como un componente clave en la formación de los docentes para la justicia social (Pantic y Florian, 2015). Más allá de una serie de pasos, la reflexión representa una manera de ser profesor o profesora, por sobre las lógicas racionales, involucrando sentimientos y emociones difícilmente catalogables en procedimientos estructurados (Greene, 1986).

 

La reflexión daría sentido a los procesos, problemas y tensiones presentes en la práctica pedagógica, permitiendo la reconstrucción de estos (Kemmis y McTaggart, 1988) para favorecer su transformación.

La propuesta está anclada en la experiencia pedagógica y busca generar un impacto en las prácticas docentes. Si bien, existe un componente teórico que sostiene el modelo, se reconoce y valora el conocimiento práctico de los y las docentes como fundamental en su formación, así como los conocimientos de los niños, niñas y jóvenes y sus familias, para el co-diseño de experiencias educativas diversas.

 

El modelo de formación propuesto busca que las y los docentes puedan desarrollar acciones que promuevan la colaboración con NNJ y sus familias, co-construyendo saberes y experiencias educativas diversas que promuevan la justicia social.

Junto a ello, el modelo de formación se basa en 5 ejes que representan fundamentos teóricos y metodológicos que guían todas las acciones contempladas en la propuesta:

El punto de partida de todas las acciones propuestas en el plan de formación es la problematización a través de la cual se invita tomar conciencia de los propios puntos de vista, cuestionarlos y explorar otras visiones. Esto quiere decir dejar de lado nuestro propio etnocentrismo. El resultado apunta a un aprender permanente, relacional y situado a través del cual se construyen conexiones “entre un poco de vida y otros pocos de vidas”.

Desde este enfoque se busca superar los marcos del déficit entendiendo que los y las estudiantes siempre portan un conjunto de conocimientos, habilidades y destrezas que surgen de sus recursos y prácticas culturales contextualizadas. Los y las docentes están llamados a facilitar y apoyar a los niños, niñas y jóvenes por medio de la inclusión de sus prácticas culturales y sus vidas cotidianas en los procesos educativos.

Uno de los mayores desafíos que tienen los y las profesoras es encontrar puentes de continuidad entre los diferentes escenarios de aprendizajes que viven sus estudiantes y los contenidos escolares. El currículum puede ser resignificado como un instrumento para reconocer, valorar y otorgar credibilidad a los saberes y prácticas de los niños, niñas y jóvenes. Para avanzar en ese sentido se propone la nuclearización curricular, que es un proceso de síntesis entre los Objetivos de aprendizajes prescritos en la bases curriculares y los saberes y recursos que posee el estudiantado, sus familias y territorios.

Es un enfoque de investigación que incluye a los integrantes de una comunidad, de manera activa y colaborativa en un proceso de investigación. Tiene como punto de partida la transversalidad de los procesos de enseñanzas-aprendizajes, donde conjuntamente con los niños, niñas y jóvenes se diseña, planifica y actúa para problematizar los pensares, haceres y estares en el mundo cotidiano. Son los integrantes de la comunidad quienes construyen conocimiento.

Es necesario reconstruir las historias de las personas implicadas en los procesos educativos porque esto permitirá reconocer qué se aprende y cómo se aprende, relevando la singularidad de las vidas, tránsitos, quiebres y contextos. Por ejemplo, niños, niñas y jóvenes deberían poder comunicar cómo experimentan las contradicciones que configuran sus prácticas cotidianas en distintos escenarios: su barrio, su familia, la escuela, el programa de reingreso o reinserción en el que participan.

La idea central de esta estrategia es recoger la experiencia vivida con el objetivo de recuperar la lógica del proceso vivido, los factores -y las relaciones- que han intervenido en dicho proceso y por qué lo han hecho de ese modo. En este sentido, la sistematización promueve la reflexión crítica para visibilizar los saberes, las relaciones y los alcances que se han desarrollado, así como comprender los aspectos positivos y negativos ocurridos en un itinerario de formación y actuación. En el marco de la justicia social y las pedagogías culturalmente el enfoque de la co-sistematización releva la necesidad de conciliar la expresión de los diferentes puntos de vista y proporcionar una explicación crítica, lo cual implica la tarea de integrar las múltiples sensibilidades a la hora de planificar, negociar y gestionar los diferentes intereses e interpretaciones. La co-sistematización no es reducible a un  mero reconocimiento del conocimiento local de los NNJ en el proceso de autoformación, sino que, implica que la multiplicidad de sus voces están integradas en cada una de las instancias de reflexión y decisión.

Te invitamos a explorar nuestros módulos de formación, en los cuáles pondremos en práctica todos estos principios.